Orgullo y amor: mala combinación
No soy muy partidario de actuar bajo la influencia del orgullo en casi nunca situación de la vida pero mucho menos en lo que al amor se refiere.
Cuando dudo si hacer algo o no hacerlo, o decir algo o no decirlo, intento pensar en las consecuencias positivas que es acto puede repercutirme e intento abstraerme de lo que vayan a pensar de los demás.
Yo soy un gran amante de las citas y sobre el orgullo hay muchísimas y muy buenas pero si tuviera que quedarme con una elegiría esa que dice: “El orgullo no es más que una estupidez apoyada con razonamientos”. Y lo que me lleva a pensar que no estoy muy equivocado es que lo que más irrita a los orgullosos es el orgullo de los demás.
En el caso de las mujeres, haría una pequeña excepción, Jacinto Benavente lo explica mejor que nadie cuando dice que si se le quita la vanidad a las mujeres, habremos suprimido la mitad, por lo menos, de ambición en los hombres. Aunque vanidad y orgullo, no sean exactamente lo mismo.
Hay quien piensa que la vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados. A mí me parece una tontería mayúscula. Todos seríamos mucho más felices si actuásemos sin el miedo al qué dirán. Y en esta vida se trata de ser feliz.
El orgullo nos impide hacer cosas que nos hacen felices por temor a lo que pensará la otra parte implicada, ¿y qué?. Y qué si se piensa que le quieres, y qué si piensa que te preocupas, y qué si cree que haces lo que sea para estar a su lado, y qué si deduce por tu comportamiento que vas a estar ahí siempre, ¿qué tiene de malo? El problema lo tendrá la otra persona pero no tú. Cuando se hacen las cosas de corazón lo único de lo que podemos estar seguros es de que no nos estamos equivocando, y creo que eso ya es mucho.
A mis amigos orgullosos, que tengo unos cuantos, siempre les digo que el orgullo está muy bien pero que no te lo encuentras cuando te das la vuelta en la cama y le quieres abrazar.
Pero tampoco me hagáis mucho caso porque como decía Alejandro Domina, yo tengo mucho cuidado con los pensamientos de orgullo propio porque conozco a tantos idiotas que se creen que tienen la razón que quién me asegura a mí que no soy yo uno más de ellos.
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Comentarios (2)
Bea
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Muy buena reflexion, se nota que lo has meditado
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Bego
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Hola!!! Muy bien expresado, creo que esa es la razón por la que much@s dejamos de arriesgar, por pensar que hacemos el idiota, por pensar «qué pensarán», por miedo a no recibir respuesta, por creer que nos exponemos demasiado al otr@, pero también hay otro motivo, y como eres un gran amante de las citas, te lo diré con una de Bécquer:
«¡Lástima que el Amor un diccionario no tenga donde hallar cuando el orgullo es simplemente orgullo y cuando es dignidad!», un besazo Templarios
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